Por unas finas rendijas entran unos tenues rayos de luz. Está amaneciendo. Piensas que sería un buen momento para levantarte, pero no encuentras fuerzas en ningún punto de tu ser.
A tu lado, la llama de la vela que se mantenía viva para alumbrar tu noche, sabiendo su función finalizada, se ha consumido con la llegada del día.
Hace horas que estás en la misma posición: las rodillas doblegadas, la espalda apoyada en la dura pared, los brazos cayendo por tu regazo de cualquier manera, y la cabeza inclinada ligeramente hacia un costado.
Tu elaborado peinado hace ya tiempo que ha quedado deshecho y tu lustroso vestido empañado por el polvo.
La cuenca de tus ojos está seca. No te quedan lágrimas por derramar, pero aún así, el deseo de hacerlo parece no menguar a pesar de que el tiempo no detiene su paso.
Repentinamente, te preguntas cómo estará el maquillaje. Llegas a la resolución de que, probablemente, tu rostro haya perdido color y bajo tus ojos haya una siniestra línea negra que se expande hasta trazar una difuminada ojera artificial. Incluso el carmín de tus labios debe haber desaparecido tras tantos mordiscos de rabia e impotencia.
Desvías tu vista, perdida en ningún punto concreto, hasta los encajes de tu vestido. Te sorprendes al ver que el mismo sigue siendo blanco. Quizás pensabas, tras una noche en esa destartalada buhardilla, que todo adquiere el mismo tono oscuro, entre el negro-amargura y el gris-olvido. Coges con una mano el tul semi- transparente que forma la primera capa de la prenda. Su tacto es suave, de nuevo te sorprendes. Habías olvidado que pediste expresamente que fuera de seda. Contemplas las rosas bordadas con infinita precisión. Te cautivan, igual que la primera vez que las viste. Acaricias una de ellas y subes tu mano, pasando de largo tu estómago y dejándola reposar en tu pecho, dónde la palma de tu mano aprecia la rugosidad de un elaborado encaje de forma imprecisa.
La dejas ahí, encima del lugar exacto dónde debiera estar tu dolido corazón, olvidada. Tan olvidada como tú.
Ladeas la cabeza hacia el otro lado, empezando a notar, con cierto fastidio, como la desesperación se apodera de tu ser. Una vez más.
Cierras los ojos con fuerza, deseando fervientemente que desaparezca. Sencillamente, no quieres sufrir. No otra vez.
Cuando los vuelves a abrir, un poco más tranquila ya, reparas en algo. Entre los dedos índice y pulgar de tu mano izquierda hay un arrugado papel cogido con mucha delicadeza. También lo habías olvidado.
Lo desdoblas y empiezas a leerlo. Arrepintiéndote al instante de haberlo hecho.
Las lágrimas afloran de nuevo a tus ojos, empañando tu visión, trayendo consigo recuerdos dolorosos. Surcan tu rostro al instante, llevándose a su paso la poca dignidad que, quizás, todavía quedaba en pie. El color vuelve a tus mejillas y los sollozos a tu boca.
No eres capaz de distinguir la elegante caligrafía, pero no lo necesitas. Conoces el contenido de esa breve nota de memoria. Tienes grabada esas palabras a fuego en cada poro de tu piel. En cada lágrima derramada. En cada bombeo de tu maltratado corazón.
Y pasarán los años y superarás esas palabras. Pasarán los años y serás capaz de tirar ese bonito vestido blanco y pasar página.
Mas nunca dejarás de ser, por más que Chrnos no se detenga en su afán, aquella novia abandonada.
~
Con cariño,
Moira.
~
Relato como respuesta a Retos Ilustrados.
Carta: Retratos.
Tabla: Novia abandonada.
6 comentarios:
*Inserta emoticon baboso y con ojos brillosos*
Adoré por completo el relato ^^
besito mi moirita, ya nos estaremos leyendo.
*insertar onion llorando*
Moira, siendo sincera lloré. Adoro la última línea, es tan profunda: Un relato lleno de sentimientos.
Espero volver a leer algo tuyo.
Preciosa, tengo que decirte una vez más, que me ha encantado el relato que has escrito. Ya sabes que este tipo de historias tan tristes no son de mis favoritas. Aun así, he de reconocer que todas tienen su encanto ;)
Ha sido una historia conmovedora.
TQ princesa... :)
Cressida
Hola. Acabo de leerla... Tienes una manera de escribir tan profunda, de verdad logras conmover con tus palabras... Como siempre, decirte que me encanta como escribes. Y que jamás dejes de hacerlo.
Un beso.
¿Sabéis? Me hace ilusión veros por aquí. Así que voy a contestaros una por una, ¿sí?
*Morrigan: Cielo, me encanta que te pases por aquí. :) Al igual que me ha encantando que te gustase el relato.
Un besazo para ti y hasta prontito. ;)
*Saya-Winry: Sayita, qué sorpresa verte en mi espacio. Bienvenida seas, y ojalá lo visites con más frecuencia. :p ¿Y qué puedo decir? No era mi intención que se le saltasen las lágrimas a nadie, pero nunca se sabe las reacciones que puede provocar un escrito. Y debo decirte, que, pese a todo, me alegra saber que provoqué esa emoción en ti. Eso es buena señal. ;)
Un beso y hasta pronto, espero.
* Cressida: Llegó tu turno, mi reina :) Sé que las historias tristes no te acaban de agradar, y aprecio el esfuerzo de pasarte por todo aquello que escribo y dejar tu opinión. Eres un Sol. Por ello estoy ideando algo más alegre para escribir en tu honor. xD A pesar de ello, es realmente gratificante saber que pueden llegar a gustarte. Me hace mucha ilusión.
Yo también te quiero, mi niña. :)
*Maghika: Hola, guapa :) Me alegra verte a ti también por aquí. Del mismo modo que me alegra que de alguna manera u otra siempre estemos en contacto ;) Es gratificante saber que te ha gustado. Y, por supuesto, no voy a dejar de escribir. ¡Eso jamás! Como ambas sabemos, siempre quedarán cosas por decir :p
¡Un beso!
Ladeas la cabeza hacia el otro lado, empezando a notar, con cierto fastidio, como la desesperación se apodera de tu ser. Una vez más.
ES TAN PERFECTO... ES HERMOSO
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